Populismo
“El populista, ese líder que se presenta como el protagonista redentor de las supuestas masas oprimidas, es un polarizador de la política nacional que pretende ser visto como la única alternativa y termina por posicionarse como el salvador que devolverá el mundo a su estado anterior de armonía y estabilidad tanto en lo económico y lo social como en lo político y lo ambiental”. (Juan David Almeyda. Populismo como metamorfosis del totalitarismo: una lectura desde el pensamiento de Hannah Arendt. En: Democracia, Gobernanza y Populismo. U. del Rosario. Bogotá.2021).
Por: Víctor Reyes Morris. Sociólogo, doctor en Sociología jurídica. Ex concejal de Bogotá, Exrepresentante a la Cámara Ex Director de ICETEX. Profesor (Pensionado) Universidad Nacional de Colombia.
7/15/20254 min read
“El populista, ese líder que se presenta como el protagonista redentor de las supuestas masas oprimidas, es un polarizador de la política nacional que pretende ser visto como la única alternativa y termina por posicionarse como el salvador que devolverá el mundo a su estado anterior de armonía y estabilidad tanto en lo económico y lo social como en lo político y lo ambiental”. (Juan David Almeyda. Populismo como metamorfosis del totalitarismo: una lectura desde el pensamiento de Hannah Arendt. En: Democracia, Gobernanza y Populismo. U. del Rosario. Bogotá.2021).
“Corren tiempos peligrosos para la democracia.” (Michael J. Sandel. Catedrático de ciencias políticas de la Universidad de Harvard).
Buscando comprender este fenómeno político que se denomina Populista y que está teniendo importancia en las configuraciones políticas mundiales y en especial en Latinoamérica, se encuentra que no hay una claridad respecto a su definición, convirtiéndose en un adjetivo que se esgrime con facilidad y con absoluta imprecisión. Por ello el intento, en la brevedad de un artículo de opinión, me permitiré descifrar el sentido de este término, pero más importante sería la comprensión del fenómeno que designa.
El Populismo es un tipo de acción política que utiliza la democracia para alcanzar el poder y luego destruirla o reducirla para mantenerse en él. El líder populista dice encarnar la voluntad popular, suplantando al pueblo, que se convierte en una masa informe usualmente considerada en el imaginario como los “pobres” o los “desarraigados”, el cual se transforma en la arrogante voz del líder que interpreta a su leal saber y entender lo que ese pueblo quiere y desea. Este líder populista se reclama junto con sus obcecados partidarios como el único interprete o representante fiel de la voluntad popular. Todo lo que se le oponga “es traición al pueblo”. O cualquier otra manera de interpretar lo que ese pueblo quiere es una distorsión de la verdadera voz popular. Por ello la recurrencia a formas de expresión masiva para simplemente corroborar lo que esa “expresión justa” del querer popular sea ratificada, por ejemplo, en plebiscitos o consultas populares. Estas consultas no son ejercicios de deliberación que van escalando a través de mecanismos auténticos de representación sino lo que el líder ha establecido como “lo que el pueblo quiere”.
La democracia es más que un sistema político de gobierno, lo implica, pero comprende toda la vida humana, es un ejercicio de vida en común con reglas que se acuerdan y se respetan garantizando los derechos de cada persona y los deberes con el conjunto del cual se hace parte. La democracia se expresa en el cumplimiento de una carta de derechos y deberes fundamentales que garantizan la vida, el libre vivir, la libertad de opciones, la dignidad de las personas, los derechos sociales, políticos, culturales y ambientales. Si la democracia se restringe, se restringe la libertad y la vida humana se degrada.
No se trata de la simple expresión de los derechos proclamados para que se considere una democracia. La democracia no es solo la consagración constitucional de derechos y deberes ciudadanos sino además la exigencia de su cumplimiento y los mecanismos para que así sea. El proclamarse demócratas no es tampoco la garantía, muchos se proclaman como tales, pero sólo para utilizar sus ventajas en detrimento de otros. La garantía de que esto no ocurra no es que la democracia como sistema lo evite, es que se pueda corregir y existan mecanismos para ello (sistema de justicia). Sin recurrir a la fuerza de la violencia para lograrlo. Por ello la democracia es la expresión de una fuerza civilizatoria superior que implica la solución pacífica y consensuada de los conflictos. No es una panacea, o sea no es un remedio para cualquier mal, sino la posibilidad de un camino para la resolución de litigios.
El Populismo emerge en las situaciones más críticas de una nación y pareciera ser que el liderazgo fuerte y carismático que interpreta el “querer del pueblo” es la salida, pero que, al intentar lograrlo, evidentemente por su propia incapacidad de “demiurgo” de la realidad (en la filosofía platónica es el gran creador y armonizador del universo), siempre habrá a quien culpar para interpretar los fracasos que se dan por la acción de los “enemigos del pueblo”. Cuando esto se evidencia surgen entonces todas las teorías de conspiraciones (blandas o duras) de quienes no quieren o se oponen al “cambio”, y que resultan triunfantes al menos en la imaginación que oculta el propio fracaso.
El liderazgo carismático, es transicional, es decir corresponde a una mediación entre una situación de la cual se intenta salir y otra a la cual se quiere llegar. El líder carismático es la pretensión de conducir a un pueblo para llevarlo a una tierra prometida que usualmente no se da en ese término, ni con sus propias intenciones. El carisma también se agota en situaciones de desesperanza o de logro de situaciones mejores que no son producto exacto de esa conducción, si no en la racionalidad de las cosas que son viables y aceptables a través del consenso. Este liderazgo es absolutamente polarizador divide irreconciliablemente entre partidarios propios y los demás, quienes representan los peores males y los ejecutores de las desgracias sufridas por el pueblo.
El Populismo crea sus propios enemigos en los políticos tradicionales o la “vieja oligarquía” pero más que por ellos (y no por imaginarios o reales que sean), termina en el naufragio de su propia incapacidad más originada que, en su diagnóstico de los males visualizados, en su propia hiper ideologizada e ineficaz respuesta.
El Populismo de fondo, es un camino al Autoritarismo, como bien lo analizó la filósofa política Hannah Arendt. Es refugiarse en el poder en su ejercicio absolutista y en el controlismo total y violento de cualquier manifestación de expresión de la inconformidad ciudadana y su consiguiente represión, es la dictadura, ya que no admite sino la propia verdad de quien se apropia de la “sagrada interpretación de la voz del pueblo” y así obra en consecuencia. -