UNA REFLEXIÓN SOBRE LA COHERENCIA
“La coherencia, en esencia, es la armonía entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Es la cualidad de actuar de acuerdo con nuestros principios y valores, manteniendo una línea de conducta consistente. Una persona coherente se caracteriza por la autenticidad y la integridad en su actuar”. I.A.
Por: Víctor Reyes Morris. Sociólogo, doctor en Sociología jurídica. Ex concejal de Bogotá, Exrepresentante a la Cámara Ex Director de ICETEX. Profesor (Pensionado) Universidad Nacional de Colombia.
8/23/20254 min read
“La coherencia, en esencia, es la armonía entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Es la cualidad de actuar de acuerdo con nuestros principios y valores, manteniendo una línea de conducta consistente. Una persona coherente se caracteriza por la autenticidad y la integridad en su actuar”. I.A.
La coherencia según la RAE es la actitud lógica y consecuente con los principios que se profesan. En política es frecuente, o por lo menos en el imaginario popular, decir lo que quiere escuchar la gente, o desear, aun cuando se piense lo contrario. De ahí la idea, de la atribución de “mentirosos” a los ejercitantes de la política. Por ello se confunde tan comúnmente la política con el ejercicio que algunos hacen de ella.
Estamos en nuestro país ante un próximo debate electoral en donde se eligen dos grandes poderes institucionales: Congreso y Ejecutivo (Presidencia de la República). Es por tanto una ocasión de evidenciar la política más allá de sus escenarios naturales (las corporaciones públicas). Llama la atención la proliferación de candidaturas presidenciales, como si fuera una lotería “y quién quita que nos suene la flauta como al flautista de Hamelín”. Muchos de esos practicantes o jugadores a la lotería electoral, compiten por decir las cosas más insólitas, irresponsables, irrealizables y que rayan en lo ridículo o desquiciado. Devolverle a la política su digno papel de dirección de la sociedad, de trazar el camino hacia logros socialmente progresivos. ¿Será utópico pedir esto o ingenuo?
Además de que muchos de estos personajes se auto-perciben como apolíticos, cuando pretenden precisamente querer aspirar al máximo puesto político de una Nación. Parten pues de una mentira básica que a veces parece ser de buen recibo por ingenuos electores.
Decir que algo tiene coherencia en el actuar humano, es cuando todas sus partes encajan bien. Un debate con coherencia tiene fundamento lógico y es serio con información bien procesada. Coherencia es un término que viene del latín que significa "permanecer juntos". Los científicos siempre están buscando la coherencia en los datos para apoyar sus hipótesis; los gerentes buscan la coherencia en sus equipos de trabajo para obtener buenos cifras en sus balances; los directores técnicos deportivos siempre están buscando la coherencia y el entendimiento en sus equipos, para obtener buenos resultados.
¿Por qué entonces no le pedimos a la política esa coherencia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace?
No me coloco en un plano de ingenuidad o superioridad moral o de profeta avizor de desgracias. No invoco la coherencia como suprema regla, pero sí algo de ella. Hay circunstancias limitantes, no siempre están dadas las condiciones para expresar el pensamiento, no siempre lo que se dice es de buen recibo, y lo que se hace no es lo correcto, a veces. Entonces, se trata de elevar la calidad del debate como un propósito exigible. Los medios también deben jugar un papel, sin parecer que se parcializan u ocultan intereses. Deben exigir la elevación del debate que no consista en el insulto o en la descalificación amañada. Las llamadas redes sociales, sin control eficiente se convierten en refugio de la desinformación y de la descalificación gratuita. Que el debate no sea quién contrata más “influencers” para lograr debilitar a su oponente. Las redes sociales facilitan el anonimato (no del todo) y de ahí su comportamiento dañino e irresponsable.
Hay varios tipos de coherencia. La coherencia individual que es de índole moral o ético. Se trata de ser individualmente correcto de acuerdo con unos principios ya sean religiosos o ciudadanos y obedecen a una conciencia propia. Pero también hay una coherencia que llamaríamos política en cuanto ya no es de resolución individual y ante sí mismo, sino que tienen que ver con el otro o con los otros, la alteridad. Y esta es lo que podríamos llamar la coherencia política que nace de los acuerdos y de las instituciones. La política es la disciplina que permite o su sentido es crear instituciones para servir a los otros. Que las instituciones sean las reglas de actuación, es un elemento central de asegurar la convivencia, de garantizar la libertad de cada uno y de todos, si no hay orden no hay libertad, porque entonces lo que habría sería la ley del más fuerte, la ley de la selva (o algo peor porque los animales y plantas tienen sus propias reglas inscritas en su ADN).
Hay otro asunto cuando se presenta una rígida coherencia que obedece a principios ideológicos y no se atiende a nada más. La ideología es necesaria pero también puede ser una versión tan sesgada que obnubila lo que se dice y se hace. Es la que se practica a rajatabla en los regímenes totalitarios, donde hay verdades inamovibles que define la suprema autoridad y es castigado quien se aparta de ella.
De tal manera que la coherencia estaría, digamos, bien encausada si se funda en principios democráticos, que se abren a la evidencia científica y al basamento en los derechos humanos. La coherencia entonces, si podría así ser una garantía de dignidad en la política o en otras palabras darle a la política el verdadero sentido y despojarla de ser únicamente (en la percepción) la ambición de poder y así cualquier medio sería válido.
Es bueno finalmente, aclarar algo del cual el gran Maquiavelo ha sido injustamente culpado: que propuso cualquier medio para alcanzar y mantenerse en el poder, ser querido o malquerido, no importaba si se empleaban los medios, cualquiera, de obtención y permanencia en el Poder. Lo que hizo Maquiavelo como padre de la Ciencia Política (moderna) fue observar cómo se empleaban precisamente por los príncipes diversas formas legitimas o ilegitimas para acceder al Poder y mantenerse en él. Maquiavelo no prescribió nada, simplemente observó lo que se daba. Así se valora más el sentido democrático de que no todo es válido para lograr encaramarse sobre la cabeza de la República y para mantenerse en ella más allá de lo que las instituciones prescriben. -